viernes, 18 de marzo de 2016

El anciano vagabundo





El anciano vagabundo

Juan camina solo y encorvado por las calles de una ciudad que en su vejez le resulta extraña, añora el pueblo pese a las muchas dificultades que ha pasado. 
Con piel oscura y cuarteada por una vida  en el campo arando a pleno sol, las manos nudosas deformadas por la artrosis que le devora por dentro y la mirada perdida de las personas que ya solo esperan que su existencia de fin deambula por las calles sin rumbo, no tiene un sitio donde ir. Va arrastrando tras de si una vieja maleta con sus pocas pertenencias y recuerdos, duerme en cualquier lugar.
 Hoy comienza a nevar, tiene fiebre y el  frío le cala hasta  los huesos, agotado se tumba en un banco del parque a para pasar la noche. La nieve cae a su alrededor, el malestar va en aumento pero de repente todo cesa, algo calienta su alma y siente como se libera su espíritu. Sobre el banco queda un cuerpo como la carcasa vacía de un barco hundido en el mar.

Marie R. Antibón

lunes, 14 de marzo de 2016

La marioneta que cortó sus cuerdas


La Marioneta que cortó sus cuerdas


Yo para él era una marioneta a su lado, un ser sin voz, el trofeo que enseñar a sus amigos, ese adorno bonito que hacía juego con sus trajes elegantes. Me decía como debía comportarme, lo que ponerme y cuando tenía que hablar, mi vida entera estaba completamente a su servicio. No  contento con eso me maltrataba tanto física como verbalmente cuando le venia en gana. 
Aquella noche llegó enfadado a casa, comenzó a pegarme sin razon alguna  insultándome con saña, simplemente no lo aguante más, le lance mi zapato con rabia para defenderme, el tacón se le clavo en  un ojo, aturdido y dando un traspies fue a dar contra el pico de la mesilla de noche. Ahora, señor juez, encarcéleme si quiere, se que hice justicia, no volverá a dañar.

Marie R. Antibón
  

jueves, 10 de marzo de 2016

Color en lo gris




 Color en lo gris

El día amaneció plomizo, una capa gris cubre toda la ciudad, la gente va de un lado a otro escondida bajo sus oscuros paraguas con la cara alargada y la mirada triste. En medio de tanta negrura destaca un paraguas de colores dando vueltas, lo lleva una mujer vestida de rojo con la mirada luminosa cantando, la gente la mira de reojo como si estuviera haciendo algo malo, ella ajena a aquellas miradas continúa andando.  Choca contra un niño que llora arrastrado por su madre,  cesa su llanto al mirarla y se queda perplejo ante la alegría que esa señora desprende. El chaval sonríe y su mamá también,  se marchan los dos abrazados entre besos y risas, el paraguas que los cubre se ha vuelto azul.

La mujer de rojo sigue su camino, va tropezando con mas paraguas que a su paso cambian de color, cuando ya no quedan tonos grises en medio de la lluvia aparece el sol, un arco iris baja hasta nuestra dama y ella es deslizada hacia arriba desapareciendo entre los colores, la gente asombrada mira al cielo, el paisaje se vuelve luminoso y se respira felicidad.


Marie R. Antibón



domingo, 6 de marzo de 2016

Memoria


Memoria


Esboza una leve sonrisa cuando le ve aparecer, para Ana es como un faro en medio de la niebla en la que se ve envuelta hace tiempo, le habla de momentos felices y recuerdos que se han volatilizado en su mente trayendo a su corazón un torbellino de sentimientos olvidados, pero no es capaz de reconocerle. Luis va todos los días a verla a la residencia, ya apenas habla, se pasa el tiempo mirando al vacío sin mirarle. Hoy en un intento desesperado por despertarla le pone en la mano una concha pintada a mano y le dice: -¡vámonos a pasear!, entonces Ana mirándole dulcemente contesta:-a la playa donde todo es posible ¿verdad?- se han fundido en un abrazo, una luz ha brillado en sus ojos, por fin recordó.  

Marie R. Antibón

miércoles, 2 de marzo de 2016

El Vuelo





El Vuelo

Subí corriendo a la azotea justo en el momento en que las primeras gotas caían, la ciudad tenía un aspecto plomizo acrecentando la sensación de agobio, necesitaba marcharme, comenzar de nuevo, alejarme de aquel lugar hostil donde la gente ni se mira y no tiene tiempo para escuchar al que tiene al lado. Estaba decidido, cambiaria de rumbo y tomaría el mando de mi existencia, la lluvia no era un obstáculo, tan solo duraría unos segundos. Comencé a flotar, las calles se hacían cada vez mas pequeñas, quede suspendido en el cielo un momento quieto,  justo cuando las nubes se disiparon una suave brisa empujo mi globo rumbo a una nueva vida.

Marie R. Antibón