Reflejos
Hoy
me miro al espejo, no como se mira uno todos los días sino mucho más allá. Unos
ojos me contemplan desde el otro lado, si los cierro dejo de verlos por un
instante, los abro observándolos con curiosidad y ellos a mí. Vislumbro una luz en sus pupilas, algo intangible
que brilla en esa profundidad que tienen y siento como me hablan de una vida, de
deseos, de cosas mucho más profundas que están dentro y que no entiendo. Poco a
poco me arrastran hacia otro universo, entonces
siento como floto en un espacio atemporal con la única compañía de un sonido
que lo envuelve todo; un sonido que trae imágenes extrañas, mensajes de otro
mundo que luego me tocara descifrar y comprender. Me siento bien en aquél
lugar, flotando en una nada llena de todo, pero algo tira de mí y vuelvo a verme en el espejo, en la habitación
de siempre. Aparentemente todo continua igual pero yo se que por dentro algo ha
cambiado, ya no soy la misma pues se que esa luz me acompaña. Curiosa
cierro un ojo, se le ve apagado y sin vida, sin embargo, el otro resplandece
como queriendo compensar la falta de su compañero con toda su fuerza interna
concentrada en él.
Después
pienso en como arrastramos nuestros cuerpos por el mundo, un trozo de carne y
huesos que se llena de vida por aquello que late en nuestro interior. El
mundo nos mira como a espejos donde
queda reflejado lo que se supone que somos, mucha gente solo deja
vislumbrar lo que quieren que vean los demás. Pero unos pocos se atreven
a andar descalzos y desnudos por las
calles mostrando su verdadera imagen, son esos valientes que van pisando charcos y hierba. La gente los llama
locos por ello, se asombran escandalizados, pero no se descalzan para sentir el suelo bajo sus pies y andar su
propio camino, necesitan el apoyo y la protección de una goma de caucho
recubierta de cuero.
Perdida
en mis pensamientos vuelvo a mirarme al espejo, observo mis pies descalzos al
otro lado del espejo y sonrío.
Marie R. Antibón